27 OCTUBRE. SALA PENELOPE (MADRID)
Hurts_Pop electrónico ochentero y estética neorromántica
El concierto de Hurts era un "must". Ese tipo de eventos a los que hay que ir sí o sí. Los que estuvieron sabrán de lo que hablo. Los que no (¿arrepentidos?), también. No había excusas para perderse la actuación de la que es la banda revelación del pop británico de este año. Simplemente, había que estar allí.
Theo Hutchcraft (voz) y Adam Anderson (teclado) presentaban su trabajo 'Happiness' por segunda vez en Madrid (ya hace unos meses ofrecieron un showcase). Con la sala Penélope a tope empezaba un directocon una puesta en escena impecable: un piano, rosas blancas y músicos de acompañamiento (incluido el tipo de los coros, solemne e inmóvil durante todo el concierto).Tanto Theo como Adam saben mantener las formas en el escenario y cuidar esa imagen solemne que se han creado. Gestos comedidos, ligeros balanceos a modo de baile y algún que otro comentario entre canción y canción... pero sin perder en ningún momento la seriedad y sobriedad que les caracteriza. El único momento de desmelene (y ni eso,por culpa de la gomina) llegaría con Evelyn cuando Adam se levanta del piano y agarra la guitarra.
El concierto tiene un comienzo intenso con Unspoken, Silver lining y Wonderful life. Los temas del disco, muy bien distribuidos, se van presentando poco a poco. La gente está entregada, se nota que hay ganas de ver a la banda en directo (y después del retraso de más de una hora sobre la prevista, más todavía). Los temas van cayendo hasta llegar al momento de Devotion y Confide in me (esta vez sin Kylie Minogue, que le venía mal pasarse por Madrid). Después es el turno de Stay, Illuminated y la bailable Better than love, que pone el punto y final a un concierto rotundo. No hay bises. Hurts se marchan el escenario con la misma elegancia con la que llegaron.
Un primer trabajo con 11 temas sin desperdicio (todos tienen un "algo"), una cuidada imagen (su look está más que estudiado, aunque abusen de la gomina), colaboraciones con Kylie Minogue, y una muy buena crítica de sus directos hacen preveer que lo que a día de hoy es un grupo de "minorías" se puede convertir en algo muy grande.
El único 'pero' sería para la sala. Demasiado pequeña para un concierto tan grande... De todas formas, no me veo al dúo en el Palacio de los Deportes (por ejemplo) y no porque no sean capaces de llenarlo (cosa que no dudo conseguirían, visto lo visto) sino porque su música y todo el misterio que les rodea exige un ambiente mucho más intimista.